El uso de un lavavajillas facilita la tarea diaria de lavar los platos, además de ahorrarnos tiempo. Por si esto no bastase, resulta que el medioambiente también lo agradece, ya que el lavavajillas consume menos agua y energía que lavar los platos a mano. Por lo general, toda la vajilla marcada por el fabricante como «apta para lavavajillas» se pueden lavar a máquina sin problema. Basta con seguir unas mínimas reglas, muy sencillas, y usar la variedad de Somat más adecuada para que tus platos y vasos salgan siempre de la máquina limpios y relucientes.
Prelavado
En función del tipo de lavavajillas, también se puede seleccionar un programa de aclarado para cumplir con la misma función. Estos ciclos suelen facilitar una limpieza más profunda. La información necesaria se puede consultar en el manual de la máquina, o bien en la página web del fabricante. La función de prelavado permite eliminar en primer lugar los restos de comida que salen fácilmente con agua fría. Una vez hecho esto, se pone en marcha el ciclo de lavado con agua limpia antes de que se añada automáticamente el detergente del cajetín. En función del programa que se seleccione, el agua se calienta a una temperatura establecida de entre 35 y 75 °C. Los ciclos de lavado duran entre 15 y 90 minutos y acaban tras el desagüe del agua de lavado.
Aclarado intermedio
Todos los programas cuentan con un aclarado intermedio. Este ciclo es necesario para eliminar los posibles restos de agua de lavado y suciedad, así como para preparar los platos antes del aclarado final. El aclarado intermedio acaba tras el desagüe del agua utilizada.
Aclarado final
Todos los programas, excepto el de prelavado, cuentan con esta función. En los programas estándar, el agua entra en la máquina y se calienta a un máximo de 75 °C mientras el dispensador incorpora el abrillantador automáticamente. Con Somat Todo en 1 o Somat Oro no es necesario añadir abrillantador, ya que está incorporado en los propios productos.
Secado
Todos los programas incluyen un ciclo de secado, excepto los muy cortos de tipo «solo aclarado» dedicados especialmente a, por ejemplo, la limpieza rápida de vasos y copas. El calor almacenado durante el aclarado final ayuda a secar los platos. Los ciclos de secado suelen tardar entre 20 y 70 minutos.
Regeneración
Somat Special Salt es compatible con la gran mayoría de máquinas del mercado. Estos lavavajillas llevan a cabo de forma periódica la regeneración automática del descalcificador mediante la absorción de la sal almacenada en el depósito. Si se utiliza
Somat Todo en 1 o Somat Oroy el agua no supera los 21 °dH (escala alemana de dureza del agua), no es necesario poner sal en el lavavajillas.
Para empezar, bajar la temperatura de lavado a 50 o 55 °C ahorra unos 84 kWh de electricidad y 1497 litros de agua al año.
En segundo lugar, utilizar un programa automático. Este adecuará los ajustes de la máquina a las necesidades de los platos y utilizará la cantidad óptima de agua y energía. También ayuda apilar y ordenar la vajilla según las recomendaciones del fabricante, así como comprobar y limpiar el filtro del desagüe periódicamente. Por último, siempre que sea posible, lo mejor es poner el lavavajillas únicamente cuando esté lleno.
Los programas preestablecidos adaptan automáticamente los ajustes de la máquina a los platos que hay en ella y utilizan la cantidad adecuada de agua y energía, lo cual ayuda a proteger el medioambiente.
Si se aplican de la forma recomendada, los detergentes para lavavajillas automáticos actuales son capaces de obtener la limpieza deseada incluso a 50-55 °C, y con programas automáticos.
Ambos términos se suelen utilizar para describir las características de platos y demás utensilios de cocina. «Lavable en el lavavajillas» aún no dispone de definición oficial y corresponde únicamente a una elección del fabricante que atiende a su propia experiencia. Por otra parte, «apto para lavavajillas» responde a las normativas internacionales EN 12875-1 y 2, donde se definen las pruebas de resistencia mecánica al lavavajillas de los utensilios no metálicos para uso doméstico. Los resultados de estas pruebas se expresan mediante un icono normalizado junto al número máximo de ciclos de lavado que el elemento de la vajilla puede soportar sin verse afectado. En el caso de los utensilios metálicos, aún no disponemos de pruebas estandarizadas. Por lo general, las ollas y sartenes fabricadas con metales no magnéticos o de un solo material se pueden lavar en el lavavajillas sin problemas; en este caso se suelen clasificar como «lavables en el lavavajillas». Si el artículo está hecho de varios materiales —p. ej., el cuerpo es de metal y las asas de plástico— y tenemos dudas sobre si podemos meterlo en la máquina o no, lo mejor es consultar al fabricante.
Los platos se fabrican de muchos materiales distintos. La reacción de un utensilio de cocina al lavarlo en el lavavajillas depende del material o materiales con los que esté hecho y del método utilizado para su fabricación o procesamiento.
Acero inoxidable
Cubertería, ollas, sartenes, platos planos, espátulas, cucharones y coladores suelen fabricarse de acero inoxidable. Al contrario que el hierro y el acero común, el acero inoxidable no se oxida, como su propio nombre indica. Esto se debe a la aleación de hierro con diferentes cantidades de otros metales, generalmente cromo y níquel, que se utiliza para fabricarlo. Lo normal es que el acero inoxidable se pueda lavar en el lavavajillas.
Cristal
El cristal se suele utilizar en el menaje por sus propiedades, como la transparencia, la forma en que refracta y refleja la luz o su brillo, impermeabilidad y resistencia a los químicos. El cristal se suele poder lavar en el lavavajillas.
Plata
El tipo de artículo de plata que más se suele lavar en el lavavajillas es la cubertería. Bajoplatos decorativos, cuencos, fuentes, platos de té, saleros, pimenteros y azucareros no son aptos para el lavavajillas, dado que están bañados en una capa de plata notablemente más fina y suelen estar esmaltados.
Madera
Los utensilios de madera sin lacar y sin encolar, como los cucharones, se pueden lavar a máquina. No obstante, hay que tener en cuenta que perderán su brillo y su superficie se suele volver rugosa. Las tablas de cortar de madera, cuya superficie es mayor, se pueden agrietar por la tensión. Los mangos de madera de la cubertería se acaban volviendo mate y pueden llegar a agrietarse. La madera lacada no es apta para el lavado a máquina, ya que se hincha y provoca que la laca se desconche.
Cerámica
Las vajillas de cerámica fina se pueden dividir en cuatro grupos:
barro, gres, porcelana y porcelana vitrificada. Respecto a la posibilidad de lavar estas piezas en el lavavajillas, la experiencia nos dice que cuanto más duro y menos poroso es el material, más seguro será hacerlo.
Plásticos
En las máquinas con los elementos calefactores a la vista, las piezas y artículos de plástico corren el riesgo de deformarse fácilmente si se los coloca en la bandeja inferior. Esa es la razón de que se recomiende poner los utensilios de plástico en la bandeja superior. El contacto con alimentos que tienden a manchar fácilmente (tomate, ketchup, zumo de zanahoria, remolacha, col lombarda) puede alterar el color del plástico.
Los cubiertos de plata y de acero inoxidable se pueden lavar a la vez en el lavavajillas. No obstante, los diferentes tipos de metal no se deberían tocar durante el lavado, ya que, de lo contrario, podrían aparecer manchas o perder su lustre.
El aluminio puro reacciona tanto a los ácidos como a los alcalinos, y también puede presentar alteraciones en su superficie con tan solo entrar en contacto con el agua, de hecho, las manchas negras del aluminio se conocen como «manchas de agua». Este tipo de aluminio, comúnmente utilizado para las prensas de ajo, no es apto para el lavavajillas, ya que el daño es irreversible. En el caso de las ollas y sartenes de aluminio, se recomienda consultar al fabricante si se trata de un utensilio «apto» o «lavable». Hay que tener en cuenta que incluso las capas de aluminio que quedan a la vista en la base de las ollas y sartenes pueden hacer que estas no sean aptas para el lavavajillas.
Antes de introducir los platos en la máquina, hay que rascar todos los restos de comida fácilmente extraíbles. Aclararlos antes en el fregadero no es ni necesario ni recomendable desde un punto de vista medioambiental. La única excepción a esta norma es para los residuos que sabemos que no se disolverán en el agua, como los restos de espinaca, ceniza de tabaco o las hierbas picadas. En estos casos, se recomienda lavar los platos antes de introducirlos en el lavavajillas para evitar que los restos se depositen en otras superficies.
Las piezas de la vajilla deben colocarse bien en las bandejas, especialmente la cristalería, que debe quedar de forma que no choque entre sí para evitar que se raye.
Las tazas se pueden colocar en las esquinas de las bandejas, mientras que los platos hondos están mejor en el centro. Se recomienda no colocar los utensilios apilados unos sobre otros de forma poco precisa, ya que se puede generar un «efecto paraguas» y evitar que el agua alcance todos los puntos del lavavajillas.
Además, hay que dejar que los brazos aspersores puedan girar sin obstáculos.
Los utensilios grandes se deben colocar en la bandeja inferior, mientras que los pequeños y los delicados, tales como tazas y copas, están mejor en la superior.
La cubertería se debe colocar sin ordenar y con los mangos hacia abajo en la cesta para los cubiertos. Si la máquina dispone de una bandeja para los cubiertos, estos sí pueden colocarse de forma ordenada.
En las máquinas con los elementos calefactores a la vista, las piezas y utensilios de plástico corren el riesgo de deformarse fácilmente si se los coloca en la bandeja inferior. Esa es la razón de que se recomiende poner los utensilios de plástico en la bandeja superior.
Una vez finalizado el programa de lavado, la puerta del lavavajillas se debe dejar ligeramente entornada para dejar que la vajilla se enfríe. Se recomienda vaciar antes la bandeja inferior, ya que si ha quedado algo de agua en la bandeja superior evitaremos que caiga sobre los platos que hay debajo.
Si se utiliza adecuadamente, un lavavajillas no requiere una limpieza diaria, ya que la cuba y las bandejas se limpian automáticamente durante el ciclo de lavado. El filtro del desagüe, sin embargo, sí requiere una limpieza periódica.
Si se utiliza una cantidad insuficiente de detergente, no se retiran de los platos los restos de comida de mayor tamaño o muy grasos antes de introducirlos en el lavavajillas, o bien el programa seleccionado no es el adecuado para el nivel de suciedad, restos de grasa u otros residuos orgánicos, dichos residuos podrían permanecer en el interior de la máquina y obstruir la circulación del agua en el sistema, reduciendo su capacidad de limpieza. En este caso, y siempre que los resultados no sean satisfactorios, se deberán limpiar por dentro las boquillas aspersoras de los brazos giratorios.
Se recomienda llevar a cabo un ciclo de lavado con Somat Limpia Máquina cada mes o dos meses para mantener limpios todos los conductos y componentes por los que circula el agua en el lavavajillas, tanto los que se ven como los que no.
Para los laterales de la máquina se puede utilizar un limpiador multiuso común en lugar de Somat Limpiamáquinas solo hay que aplicarlo con un paño húmedo y limpiar la suciedad.
La manguera del desagüe debe contar con un sifón al final para cortar el acceso a los malos olores, además de no tener pliegues ni nudos en su recorrido.
En segundo lugar, quizá se haya seleccionado un programa de lavado equivocado para el nivel de suciedad de la vajilla, lo cual genera la acumulación de residuos en el desagüe o en los filtros.
La solución: introducir una botella de Somat Limpiamáquinas Intensivo en el lavavajillas y llevar a cabo un ciclo de lavado, siguiendo las instrucciones, con alguno de los programas de limpieza más profunda.
Por otra parte, la acumulación de residuos en la junta de la puerta también puede ser una posible causa. La solución: humedecer un trapo con limpiador y lavar la junta.
Si los malos olores se deben al escaso uso de la máquina durante largos periodos de tiempo, esto se puede evitar con Somat Deo-Perls®. Somat Oro y Somat Todo en 1 también ayudan a neutralizar los olores desagradables, dejando una placentera sensación de frescor en el lavavajillas después de cada lavado.
Prácticamente todos los lavavajillas de uso doméstico se pueden conectar a la toma de agua caliente. En general, la temperatura máxima de esta toma no debería superar los 60 °C (para obtener más información al respecto, se recomienda consultar al fabricante de la máquina). Si se conecta el lavavajillas a una toma de agua caliente, el consumo energético será menor, ya que no se requerirá tanta electricidad para calentar el agua durante el programa de lavado. El ahorro energético final dependerá de la temperatura del agua entrante y de la temperatura ambiente.
La capacidad de limpieza de los detergentes Somat en máquinas conectadas a una toma de agua caliente es un hecho comprobado. Incluso los ingredientes sensibles a la temperatura, como las enzimas de nuestra fórmula, desarrollan todo su potencial, ya que, durante el primer ciclo (prelavado o ciclo principal, en función del programa elegido), el agua caliente reduce su temperatura hasta los 30 °C al entrar en contacto con los platos y las paredes de la máquina.
Si se utiliza una pastilla multifunción (p. ej., Somat Oro y Somat Todo en 1), no es necesario añadir sal ni abrillantador. Por otra parte, en las zonas con una dureza del agua inferior a 38ºF no hay necesidad de utilizar la sal regeneradora. Sin embargo, si la dureza del agua es superior a 38° F la sal regeneradora sí es necesaria, tanto para proteger la máquina como para obtener buenos resultados. En función del tipo de máquina, la falta de sal o abrillantador se indica mediante un aviso luminoso. Estas luces se pueden ignorar si se utilizan las pastillas multifunción en las condiciones adecuadas.
Los lavavajillas líquidos manuales no son aptos para el lavado a máquina. Estos productos generan una cantidad de espuma que puede llegar a alcanzar la bandeja inferior y activar el sistema de seguridad «aqua-stop», lo que implicaría tener que llamar a un técnico para que volviese a poner la máquina en marcha. Por la misma razón, los platos prelavados a mano se deben aclarar bien antes de colocarlos en la bandeja del lavavajillas.
70-75 °C Intensivo
Ollas y sartenes con un nivel de suciedad normal-extra
65 °C Normal o universal
Restos resecos de comida
50-55 °C Normal o universal
Platos con un nivel de suciedad normal
45-55 °C Ahorro energético o eco
Platos con un nivel de suciedad normal (este programa puede tener una duración superior a la normal)
35-45 °C Delicado o cristal
Vajilla sensible al calor con un nivel de suciedad mínimo (especialmente vasos y copas)
35-60 °C Rápido o corto
Platos con un nivel de suciedad mínimo sin restos resecos de comida (el programa tarda menos de una hora, pero puede tener un consumo energético superior)
Algunas de las posibles razones son la elección de un programa inadecuado, la carga incorrecta del lavavajillas o el hecho de haber introducido los platos en él con restos imposibles de disolver. La mejor forma de evitar un resultado poco eficaz del lavado a máquina consiste en rascar o enjuagar los platos tras su uso para eliminar los restos de comida y colocarlos inmediatamente en el lavavajillas, asegurándonos de que los colocamos correctamente. Los brazos aspersores deben poder girar libremente, y las boquillas deben estar limpias y libres de atascos. Te recomendamos que sigas nuestros consejos sobre el modo de colocar los utensilios en el interior del lavavajillas.
Los restos arenosos en vasos, copas, tazas, cuencos y vasijas finas suelen aparecer cuando los platos estaban muy sucios o la temperatura era demasiado baja. Los vasos altos no se deben colocar en las esquinas de la bandeja superior, dado que el agua de lavado no podrá actuar sobre toda su superficie sin obstáculos. El hecho de que los restos de comida permanezcan en la vajilla se suele deber a que se encuentran en «puntos ciegos», es decir, que algún otro elemento impide que el agua rociada por las boquillas los alcance directamente. Compruebe el filtro del desagüe y las boquillas periódicamente y limpie los posibles atascos para evitar que los restos de comida se depositen o esparzan.
Cuando se deja reposar, el té negro forma una película bastante densa que puede permanecer en el interior de la taza una vez acabado. Estas manchas resultan especialmente difíciles de eliminar con algunos tipos de té o si el agua de la zona es muy dura. Las manchas de té se pueden limpiar aumentando la dosis de detergente en polvo para lavavajillas o utilizando una pastilla multifunción Somat con un programa a 50-55 °C. Somat Oro y Somat Todo en 1 eliminan las manchas de té incluso a baja temperatura.
Los restos de grasa se depositan en el filtro del desagüe y en la cuba del lavavajillas cuando se lavan a menudo platos muy grasientos en programas cortos o ciclos rápidos. El programa de lavado siempre se debe seleccionar en función del grado de suciedad de la vajilla. Hay que retirar el exceso de residuos grasos de platos y sartenes antes de introducirlos en la máquina, bien con los mismos cubiertos que se han usado o con una servilleta de papel. Para facilitar la limpieza del interior del lavavajillas, nosotros recomendamos que se utilice Somat Limpiamáquinas Intensivo.
Si se utiliza sal regeneradora para reducir la dureza del agua, en ocasiones se forma en los platos una capa blanca soluble en agua como consecuencia de una fuga de solución salina del depósito de sal. Estas son algunas de las posibles causas:
• La tapa del depósito de sal no está debidamente cerrada, permitiendo que la solución salina se filtre a la cuba. En este caso, basta con cerrar bien la tapa.
• La tapa puede tener una pequeña fisura y habría que cambiarla por otra nueva.
• Se puede haber derramado algo de sal en la cuba al llenar el depósito. En este caso, hay que seleccionar un ciclo de lavado corto y hacer un lavado con la máquina vacía, sin platos.
- Podría tratarse de cal. Este tipo de películas se forman cuando se utiliza un detergente en polvo o pastillas sin función descalcificadora y no hay sal regeneradora en el descalcificador de la máquina. En este caso hay que rellenar el depósito de sal o usar pastillas multifunción con acción descalcificadora (como Somat Oro y Somat Todo en 1). Si la dureza del agua es superior a 38° F, la formación de depósitos de cal puede aparecer incluso con las pastillas multifunción. Si esto sucede, además de continuar usando el producto de limpieza multifunción, habrá que añadir sal en el depósito. También se recomienda revisar la unidad descalcificadora para comprobar si está correctamente adaptada a la dureza del agua, según lo descrito en el manual de instrucciones del lavavajillas.
Solución rápida: poner el lavavajillas vacío con Somat Limpiamáquinas Intensivo en el programa intensivo. Esto eliminará los depósitos de cal. Si la carga de lavado anterior aparece cubierta de una capa blanca que no se disuelve en agua, la vajilla se puede dejar dentro de la máquina mientras se realiza el lavado con el limpiador de máquinas. Excepción: materiales sensibles al ácido, como el menaje esmaltado o los platos con decoración.
Es probable que la pérdida de lustre se deba al tipo de alimentos que se comió con ellos. Los restos de comida que contienen azufre —como la mostaza, los huevos, las legumbres o el pescado— pueden hacer que la plata pierda su brillo. En el lavavajillas, los restos de alimentos que contienen azufre disponen de más tiempo para actuar del que tendrían en caso de lavar los platos a mano. La función de protección de la plata incorporada en las pastillas Somat evita que esta se deslustre, siempre que la causa del problema sean las trazas de compuestos a base de azufre de los restos de comida. Si la cantidad de residuos es considerable o si el lavavajillas se utiliza con poca asiduidad, recomendamos lavar la plata a mano inmediatamente después de utilizarla o hacer un prelavado en frío con la máquina después de introducir la vajilla. También es importante evitar el contacto directo entre la plata y el acero inoxidable dentro del lavavajillas. No obstante, la pérdida de lustre de la plata no solo se debe a causas externas. La composición y el procedimiento de chapado de la plata también juegan un papel decisivo. Por ejemplo, la plata de clase 800 se puede volver ligeramente marrón o dorada, dado su elevado contenido en cobre (200 partes por cada 1000), y esto la hace menos apta para su lavado a máquina. No obstante, si el chapado en plata se ha realizado en un baño galvánico, este se comportará como una capa de plata de 90 o 100. La cubertería antigua cuya plata se ha desgastado con el tiempo, a veces hasta el punto de poder ver el material de la base, tiende a deslustrarse. Este tipo de cubiertos no se deben lavar en el lavavajillas. Por lo general, no hay forma de evitar que la cubertería de plata pierda su lustre, aunque su decoloración se puede solucionar con un pulimento para metales.
El «arcoiris» es un tipo de revestimiento provocado por cierto tipo de alimentos, como la coliflor, el apio, el colinabo, los champiñones, las patatas o el pescado hervido. También es posible que el agua de lavado contenga restos de algunos de estos alimentos y provoque la decoloración de otros artículos de la vajilla presentes en el lavavajillas. Esta coloración arcoiris es el resultado de una película muy fina que se adhiere al acero. Desde el punto de vista de la salud, esta capa resulta completamente inofensiva y se puede eliminar con un limpiador de máquinas o pulimento para metales.
Estas manchas de óxido en la vajilla o la cubertería de acero inoxidable suelen deberse a la transferencia desde otros elementos como, por ejemplo, los tornillos sin tratamiento inoxidable que sirven para fijar las asas y mangos de ollas y sartenes. Otra posible fuente de óxido pueden ser los utensilios de cocina esmaltados con desconchones, los peladores, los coladores de té y demás utensilios de cocina fabricados con aceros de baja aleación. Otra causa común para la aparición de estas manchas puede ser el mal estado del revestimiento plástico de las propias rejillas del lavavajillas, lo cual deja al descubierto las varillas metálicas que las forman. El agua de lavado distribuye el óxido desarrollado en ellas, que pasa a depositarse en la superficie de los utensilios de acero inoxidable. El detergente para lavavajillas no provoca la aparición de óxido. En casos excepcionales, el óxido puede llegar al interior de la máquina a través del agua del grifo.
El tipo más común de corrosión del acero inoxidable es la galvánica, cuyos efectos sobre el metal son devastadores. La hoja de los cuchillos es especialmente susceptible a este problema. La corrosión galvánica empieza con la aparición de diminutos orificios, como picadas de alfiler, invisibles al ojo humano. A medida que los orificios crecen, las zonas dañadas alcanzan varios milímetros de diámetro y adquieren un tono negro o grisáceo y una estructura granulada. Este tipo de corrosión se debe a la destrucción de la capa protectora de la superficie del acero por la acción de los cloruros, presentes en el agua potable y en los restos de comida bajo la forma de sal común. Los ácidos de los alimentos intensifican este efecto. Por tanto, cuando se rellena el depósito de sal del descalcificador, es importante que no quede sal en el fondo del lavavajillas, ni en ninguna otra parte, durante mucho tiempo. Esto se puede evitar realizando un prelavado —o un ciclo corto en los lavavajillas más nuevos— para eliminar la sal regeneradora derramada o la solución salina que se haya filtrado del depósito. Los productos alcalinos, como las soluciones de detergente, no provocan corrosión galvánica en las superficies de acero inoxidable.
El desarrollo de la corrosión en el cristal, que genera esa opacidad blanquecina, depende del tipo de cristal y de las condiciones de lavado. A pesar de su resistencia a los químicos, el cristal se puede ver dañado con el tiempo por la acción del agua pura o las soluciones acuosas. Como consecuencia de esta corrosión, las sustancias se filtran en el cristal y este presenta un estado degradado. Este efecto se intensifica por los cambios constantes entre fases húmedas y secas durante los ciclos de lavado intermedios, así como por las variaciones de temperatura. No obstante, puede pasar bastante tiempo antes de que se aprecien los efectos (opacidad o marcas blanquecinas) del uso del lavavajillas para lavar los vasos y copas. Dado el brillo y la transparencia habitual del cristal, cualquier irregularidad se hace rápidamente visible. No hay ninguna conexión entre el tipo de detergente utilizado y estas irregularidades. Este tipo de corrosión se puede producir con cualquier detergente para lavavajillas. Somat Oro y Somat Todo en 1 incorporan una función de protección del cristal que ayuda a preservarlo de esa corrosión.
He aquí un consejo útil para el futuro: cuando vayas a comprar copas o vasos nuevos, comprueba los símbolos o las notas que indican su idoneidad para el lavavajillas. Algunos fabricantes garantizan la resistencia de su cristal durante un número determinado de ciclos de lavado.
La superficie hidrófuga del plástico hace que no resulte fácil mojarlo. Durante el proceso de secado, esto provoca que se formen pequeñas gotas. Por otra parte, el plástico casi no absorbe el calor, por lo que tarda más en secarse que otros materiales. En función del estado de la superficie del plástico (años de uso, rugosidad, si está rayado o no, etc.) y de la capacidad de secado del lavavajillas, algunos utensilios concretos quizá estén ligeramente húmedos al sacarlos de la máquina.
Las rayas siempre son el resultado de la acción mecánica sobre la superficie del cristal. Es raro que haya algún vaso de uso diario sin signos de este tipo de daños. Durante el proceso de lavado a máquina, los vasos se rayan y desconchan al chocar entre sí o contra otros objetos duros. Esto puede suceder al colocarlos en el lavavajillas o porque están tan juntos en la bandeja que se tocan al moverse, lo que provoca marcas en forma de anillo alrededor de su circunferencia, dado que los vasos tienden a girar durante el lavado. Las rayas pueden aparecer de forma aislada o por todo el vaso, aunque también pueden llegar a juntarse, formando una mancha blanca o un anillo. Los desconchones suelen corresponderse con daños anteriores que eran invisibles hasta el momento de la rotura. Bajo el microscopio se pueden apreciar pequeñas fisuras que se superponen, algo similar a una escalera, y solo se vuelven visibles tras múltiples lavados en el lavavajillas. Por lo general, las marcas en la superficie del cristal tampoco se aprecian al principio. Conforme aumenta la frecuencia de lavado a máquina, estas marcas se vuelven más visibles, ya que el agua y las soluciones jabonosas penetran en las pequeñas fisuras, desprendiendo las partículas de cristal que habían quedado sueltas anteriormente. Por último, el proceso se acelera con la bajada de temperatura que se produce entre el ciclo de lavado en caliente y el ciclo intermedio en frío.
Al contrario de la opinión generalizada de que el cristal es muy suave e impenetrable, su superficie tiene una estructura rugosa e irregular, como se aprecia al verlo en el microscopio. Estas grietas pueden atrapar pequeñas partículas de polvo durante su uso o el lavado y, en función de las condiciones (programa seleccionado, temperatura, presión de los aspersores, etc.), quizás no se puedan limpiar siempre que se lave el vaso. Esto suele pasar más a menudo con los vasos altos, ya que los aspersores no siempre alcanzan a limpiar directamente su base. Estas partículas pueden llegar a mutar con el tiempo como consecuencia de procesos químicos y generar malos olores en el vaso. Al usar el vaso, el olor se transmite a la bebida que contiene. El efecto se aprecia especialmente en el agua mineral con gas, ya que sus burbujas de ácido carbónico desprenden las partículas de las paredes del vaso y las llevan hasta la superficie.
En el caso de los vasos que hace tiempo que se utilizan, la corrosión del cristal también provoca cambios en la estructura de su superficie, facilitando que las partículas microscópicas se queden atrapadas en ella.
Para eliminar los olores desagradables de los vasos, lo mejor es lavarlos varias veces seguidas en un programa de temperatura elevada. Para que esto resulte eficaz, los vasos se deben colocar en la bandeja de manera que los aspersores puedan acceder a todas sus superficies. En función del estado y la edad de los vasos, quizás no sea posible eliminar los olores por completo.